Leí un artículo de Humberto Eco, publicado el 21 de mayo en el diario
La Nación (Argentina), en donde cuenta que un estudiante pregunta a su profesor:
“Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?". Esta experiencia me anima a formular algunas preguntas para introducir otros elementos a la situación:
¿De qué hablamos cuándo decimos educación?
¿Quiénes son los destinatarios de la educación? o ¿Hoy en día, quiénes deben ser los receptores de la educación?En el presente mundo globalizado
¿la educación es un vehículo de emancipación o de esclavitud?
La educación esta siendo cuestionada, analizada y evaluada por diferentes actores, me parece sano este debate, solo anhelo que nos lleve a un sistema educativo que responda a las necesidades esenciales del ser humano actual y no a modelos económicos imperantes.
La escuela, como institución educativa, es una creación cultural, que nace de la necesidad de ‘transmitir’ a otros conocimientos y saberes que se consideran verdaderos. La institución educativa no ha existido siempre; tiene un origen, desarrollo y tendrá un final si no logra evolucionar. Es un grave error la predisposición a ‘eternizarla en el tiempo’. Por lo demás, como se dijo anteriormente, no se puede ‘naturalizar la educación’ y hablar de ‘la escuela’, ‘el/la alumno/a’, ‘la enseñanza’, ‘el aprendizaje’, ‘la evaluación’, ‘el currículo’, etc. Como si siempre fueran los mismos, sin evolución o involución posible.
Si pensamos que el sistema educativo es por “natura”, estamos postulando la incapacidad de injerir en él, de la imposibilidad de trabajar en un sistema creado por humanos. No pretendo destruir el sistema educativo, sino que se trata de ‘re-significar’ la institución educativa a la luz de su identidad histórica e introducir los cambios pertinentes de acuerdo a la época auténtica que se vive. Los tiempos han cambiado y la educación tendría que ser coherente con los cambios que hemos experimentados como especie, ya no se puede mantener una institución con paradigmas antiguos, a pesar de ser exitosos en esos años.
La literatura nos habla que el ser humano es un animal social, necesita de los otros, a partir de
los vínculos con el/la otro/a puede cultivar su inteligencia y desarrollar sus potencialidades, por cierto necesita existir en convivencia. De tal modo, la educación es un acto voluntario de enseñar y aprender. Profesor/a y alumno/a deben manifestar la energía de querer aprender-enseñar. En la
relación pedagógica ambos actores, buscan satisfacer sus necesidades de enseñar y aprender, aunque a veces en el trato educativo, se olvida la asociación entre el ‘el saber’ y la necesidad que lo provoca. Si bien, enseñar no puede ser visto como dar ‘algo’ que el otro no posee, sino más bien, como una forma de satisfacer una necesidad que el otro no puede subsanar por sí mismo/a. Así pues, el acto educativo debe establecerse a través
de vínculos con el otro, un otro (con identidad, voluntad y conciencia) que busca satisfacer una ‘carencia interna’.
La historia de la educación nos dice que el protagonista del acto educativo ha cambiado, pues antes era el profesor/a, amo y señor del aprendizaje educativo; en cambio, hoy el ‘sujeto deseante’, aquel que busca encontrar lo que ‘des-conoce’, es el alumno/a, de tal manera, se ha enclavado en la educación el lema posmodernista: “el cliente tiene siempre la razón”. Considero que este relato pendular no ha sido muy beneficioso para la institución educativa, creo que más que destacar a un actor del proceso educativo, es necesario valorar
el lazo o
el vínculo que se produce entre profesor/a – alumno/a, pues, en última instancia, educar es
crear nexos de conciencia entre humanos.
El caso del estudiante con su pregunta insidiosa al profesor, nos expresa lo frágil y dañada que está
la relación entre estos actores, son bastantes las causas que atentan contra
la red educativa, por ejemplo, una de ellas es la crisis que se instala en la llamada cultura posmoderna, perturbando a los protagonistas del proceso educativo, cual menos o más, hemos sufrido este influjo y sin pretender ser parcial en mi apreciación, pienso que nuestros alumnos/as nacieron y se están desarrollando en la ‘cultura posmodernista’, es más nuestros/as estudiantes o nuestros destinatarios ostentan muchos de estos males; como profesor, constantemente me pregunto si en la realidad habitual
¿es el estudiante un ‘sujeto deseante’ de formación?Como una forma de uniformar los criterios me baso en generalizar los rasgos aportados por autores, pero que este procedimiento no nos aleje del ‘otro/a concreto’
¿Cuáles son algunos rasgos negativos del estudiante posmodernista?
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Es ‘light’: mediocre, sin dimensión espiritual. Rinde culto al cuerpo.
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Coexiste en una sociedad nihilista: Hay una pérdida importante del sentido de la vida, con ausencia de valores, proyectos, ideales.
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Niega la verdad: desconfía que pueda llegar a conocer la verdad. Todo es opinable y todas las opiniones tienen el mismo valor.
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Idolatría de la tecnociencia: el avance tecnológico es valorado como forma de superación.
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Prefiere el tener sobre el ser: ya que habita una Sociedad permisiva y consumista, donde los individuos son desechables. Hoy todo vale (libertinaje), la publicidad ejerce una fuerte influencia. Todo se consume y se tira, lo mismo sucede con las personas.
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Es hedonista: el culto al placer, al confort y al bienestar.
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Estima la ‘Neofilia’: lo único que vale es lo nuevo, lo joven.
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Ruptura de la relación intrapersonal: molesta nuestro propio ‘yo’. No hay relación con uno mismo y la interioridad, se prefiere escapar de sí mismo.
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Está instalado en la cultura de la muerte: aborto, alcohol, droga, suicidio, etc.
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Logofobia (fobia a las palabras, odio a éstas): el lenguaje verbal es funcional, cambiante y sin contenido; vocabulario empobrecido, cuantitativo, no expresa el sentido profundo de las cosas.
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Pornografía: la sexualidad está completamente desligada del ser humano y es sólo objeto de placer.Narcisismo. No se ama, se usa a los demás.
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Razonamiento instrumental: todo se ve desde el punto de vista de la funcionalidad, incapacidad de reflexión. Se olvida de ver las cosas desde otras dimensiones que trasciendan lo meramente material.
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Crisis de conexión: rechazo a las redes comunitarias y la dependencia de un ser absoluto. Se cree autosuficiente e independiente. Egocentrismo. Un ser disociado, deprimido y en fuga.
A pesar de lo anterior y que el sistema educativo es injusto, pues cada vez más y mejor utiliza procedimientos de exclusión, en nombre de cierta eficacia y eficiencia. No podemos renunciar a la misión que ‘el destinatario’ principal de la educación será aquel en quien podamos reconocer su humanidad.