mayo 13, 2007

"Shock numérico"









Una vez más, se inicia el debate por la calidad de la educación después de ser publicados los resultados del SIMCE que ha provocado un ‘shock numérico’ y escucho a los mismos de siempre con los mismos argumentos de siempre para analizar el “debacle de la educación”. Pienso que es injusto evaluar la “calidad” de la educación exclusivamente a través de una prueba “estandarizada” que por naturaleza es una abstracción, una suposición teórica que deja al margen otros criterios importantes como son la creatividad, la voluntad, el desarrollo comunitario, etc., además los escolares se pueden dar el lujo de boicotear la prueba sin sufrir ninguna consecuencia y así perjudicando la institución educativa, por eso es necesario retomar las preguntas que solamente buscan vislumbrar qué mundo queremos crear:

1.- ¿Qué se entiende por calidad de la educación?
2.- ¿Quién(es) deberá(n) definirla?
3.- ¿Qué se quiere ‘producir’ en las instituciones educativas?
4.- ¿Dónde percibe el profesor(a) el “producto de su trabajo”?

Estás preguntas para el ‘sistema actual’ están definitivamente solucionadas, sin embargo, considero que no es así, la comunidad nacional ha estado sometida a juicios de un grupo privilegiado que ha dictado los ‘canones educativos’ y que se niega al debate o cuestionamiento de sus premisas.

Considero que el valor de la igualdad se ha distorsionado en una simple homologación que desconoce la diversidad humana. Este ‘universalismo sustitucionista’ que considera como paradigmático la experiencia de un grupo de individuo, se ha olvidado del alumno/a concreto/a. Para mí el aprendizaje educativo se da en el encuentro entre individuos concretos y no entre abstracciones; somos personas con voz y rostros, racionales y emocionales, con una historia e identidad que manifiesta la pluralidad propia del ser humano. Cito, por ejemplo, un diálogo con una estudiante que presentaba bajo rendimiento y ausencia a clases

“- ¿Por qué no has venido a clases?- pregunté a Luisa alumna de tercer año medio.
- No he podido.
- Has faltado varios días y debes diversas evaluaciones en diferentes asignaturas… cuéntame ¿qué sucede?
- No estoy en mi casa… discutí con mis padres.
- ¿Dónde estás viviendo?- insistí.
- He estado en casa de algunas amigas, pero ahora voy a estar en la casa de mi tío.
- ¿Y tu hijo? - el hijo de Luisa tiene dos años.
- Está con mi mamá, desde que salí no he podido verlo. Mi tío va a hablar con mis padres para que me entreguen a mi niño.
- ¿Quién cuida a tu hijo cuando estás en el Liceo?
- Antes de entrar a clases lo dejo en el Jardín y cuando salgo lo paso a buscar- la jornada de estudio de Luisa es de las 8:00 a.m. hasta las 16:00 hrs. p.m.”

Por eso, percibo con preocupación que este ‘modelo educativo’ concibe al ser humano como si fuera una máquina aislada en vez de un ser interrelacionado que pertenece a una red; el currículum actual es estático - centrado en disciplinas que principalmente corresponde a las ciencias y el ‘sistema’ descalifica un “curriculum dinámico - contextualizado, centrado en preguntas relevantes, en el conocimiento humano ciencia – arte – espiritualidad – tradiciones”.

Algunos de estos “buenos colegios”, según el SIMCE, realizan una selección de alumnos/as, dejando excluidos a los que “no cumplen con el perfil” y si todos continuamos con esta tendencia ¿qué o quiénes se harán responsables de la formación de niños, jóvenes o adultos excluidos del actual modelo educativo?

En cada clase que tengo con mis alumnos/as, reflexiono cuál es el aprendizaje urgente y necesario para mi ‘discipulo/a’ en concreto:

“Se acercó María – alumna de primer año medio- y con molestia me dijo:
- Profe, no se da cuenta que lo que nos hace hacer es grave.
La miré con sorpresa, pues los alumnos/as estaban trabajando en una guía lexicológica con la etimología de la palabra “mamá” y una de las actividades era elaborar un acróstico con el nombre de la madre. Así que le pregunté por qué encontraba “grave” la actividad.
- Sabe profe, hace poco tiempo que estoy viviendo con mi mamá.
- ¿Desde cuándo?
- Hace unos seis meses.
- ¿Y antes con quién vivías? – pregunté.
- Con mi abuela.
- ¿Y qué encuentras “grave” en la guía? – insistí.
- No me nace nada para escribirle algo a mi madre… todavía tengo sentimientos encontrados con ella.”


¿Qué quiero lograr? ¿El acróstico o la resiliencia? ¿Cambios superficiales de la conducta o cambios profundo de la conciencia?




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