diciembre 30, 2006

Cambiar yo para que cambie el mundo



Termina el año escolar y es hora de comentar hechos que están ocurriendo:
En lo inmediato, es el gran número de profesores(as) despedidos(as) de la Corporación Municipal de Educación y todo el drama que conlleva la cesantía. Quien administra debe saber que su decisión afectará a miles de personas. Una vez más, sólo el interés comercial es el que prima, no razones académicas. Hay bajas en la matrículas y, por ende, exceso de educadores (¿?). La Corporación Municipal necesita cuadrar los ingresos y egresos, y por supuesto, el “hilo se corta por lo más delgado”; no creo que se disminuya el gran aparato administrativo que tiene o deje de utilizar el aire acondicionado que usa todos los días del año en sus oficinas. Por eso, “los peones de la educación” deben asumir los costos. La administración sólo esta preocupada del “$”, como un(a) alumno(a) equivale a tanta cantidad de dinero, los cursos deben estar con 45 estudiantes y si algún resquicio legal lo permite aumentamos la cantidad, lo importante es que estén completos no interesa que a veces la sala de clases parezca un tarro de sardinas. ¿Apoyo pedagógico?... El profesor(a) tiene que ser creativo, proactivo, motivador, líder, etc. Y pobre de él (ella) si aumentan los embarazos adolescentes, el consumo de drogas, la rebeldía juvenil, los bajos estándares de rendimiento, la delincuencia social, el SIDA, los accidentes de tránsito, etc. Somos los únicos responsables ante este “mercado”. Sé que mi discurso no logrará nada, no obstante, más que continuar con letanías, tengo un desafío por realizar: mi labor con excelencia y como primer parámetro fijo mi propia conciencia y no los criterios de este “sistema mercantil”.
Una vez más, frente a esta realidad necesito recurrir a algún pozo para beber de sus aguas, con el fin de continuar la travesía de la mejor manera posible; así encontré este maravilloso texto Sufi, que comparto contigo.


“El sufi Bayazid dice acerca de sí mismo:
De joven yo era un revolucionario y mi
oración consistía en decir a Dios: ‘Señor,
dame fuerzas para cambiar el mundo’.

A medida que fui haciéndome adulto y
caí en la cuenta de que me había pasado
media vida sin haber logrado cambiar a
una sola alma, transformé mi oración y
comencé a decir: ‘Señor, dame la gracia
de transformar a cuantos entran en
contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi
familia y a mis amigos. Con eso
me doy por satisfecho’.

Ahora, que soy un viejo y tengo los días
contados, he empezado a comprender lo
estúpido que yo he sido. Mi única oración
es la siguiente: ‘Señor, dame la gracia de
cambiarme a mí mismo’. Si yo hubiera orado
de este modo desde el principio,
no habría malgastado mi vida”

diciembre 27, 2006

No sabía qué decir...


Somos seres de relatos, de cuentos, de historias… la palabra es una materia prima para crear o destruir realidades. Vivimos narrando o escuchando “cuentos”, propios o ajenos; dependemos tanto de estos relatos, que incluso nos contamos a nosotros(as) mismos(as) historias cuando no encontramos un(a) samaritano(a) piadoso(a) que nos entregue su historia. Nuestra existencia es una fábula.
Por eso, quiero compartir esta tradición de la sabiduría sufi y como se dice en los evangelios: “…quien tenga oídos, que oiga.”

“Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudím, que en verdad no sabía qué decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo. Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:
- Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán qué es lo que yo tengo para decirles.
La gente dijo:
- No... -¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos. ¡Háblanos!
Nasrudím contestó:
Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber qué es lo que YO vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.
Dijo esto, se levantó y se fue.
La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes -nunca falta uno- mientras Nasrudím se alejaba, dijo en voz alta:
- ¡Qué inteligente!
Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡Sí, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir:
- ¡Qué inteligente!
- ¡Qué inteligente!
Hasta que uno añadió:
- Sí, qué inteligente, pero... qué breve.
Y otro agregó:
Tiene la, brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.
Entonces fueron a ver a Nasrudím. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia.
Nasrudím dijo:
- No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.
La gente dijo:
- ¡Qué humilde!
Y cuanto más Nasrudím insistía en que no tenía nada para decir, más la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudím accedió a dar una segunda conferencia.
Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia del día anterior. Nasrudím se paró frente al público e insistió en su técnica:
- Supongo que ustedes ya sabrán qué he venido a decirles.
La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia-, así que todos dijeron:
- Sí, claro, por supuesto que lo sabemos. Por eso hemos venido.
Nasrudím bajó la cabeza y añadió:
- Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.
Se levantó y se volvió a ir.
La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó:
- ¡Brillante!
Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir:
- ¡Sí, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!
- ¡Qué maravilloso!
- ¡Qué espectacular!
- ¡Qué sensacional, qué bárbaro!
Hasta que alguien dijo:
- Sí, pero... mucha brevedad.
- Es cierto -se quejó otro.
- Capacidad de síntesis -justificó un tercero.
Y enseguida se oyó:
- Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos dé más de su sabiduría!
Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudím para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia.
Nasrudím dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenía conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenía que regresar a su ciudad. La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, Finalmente, Nasrudím aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia. Por tercera vez se paró frente al público, que ya eran multitudes, y les dijo:
- Supongo que ustedes ya sabrán qué he venido yo a decirles.
Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo:
- Algunos sí y otros no.
En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudím con la mirada.
Entonces, el maestro respondió:
- En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben. Se levantó y se fue.”

diciembre 12, 2006



Pronto será un nuevo fin de año, un ciclo que finaliza y se inicia de la cultura que hemos creado. Y pensaba cómo comunicar vivencias presentes en este caminar humano, que se complementan con mi labor docente. Y una vez más, recurrí a la poesía, pues ella fue, es y será la expresión mágica para comunicar lo inefable. Quiero compartir contigo dos poemas, el primero pertenece a "Poemas de Amor" de Rumi y el segundo es mío, de ninguna manera quiero compararme con el sabio Rumi, humildemente deseo expresar mi punto de vista.


“Ay Amado,
llévame
Libera mi alma
Lléname con tu amor
Libérame de los dos mundos
Si mi corazón se enfoca en otro que no es tú
Deja que el fuego me queme por dentro
Ay Amado
Llévate lo que quiero
Llévate lo que hago
Llévate lo que necesito
Llévate todo lo que me aleja de ti”

Mevlâna Yalâl al-dîn Rumi




“El alma
,a veces,
busca su reflejo
en rostros ajenos
vibra cuando encuentra eco,
sincronía;
se inhibe
cuando es aprisionada,
humillada.
Mi alma,
te busca a ti
fuente de amor
y dolor,
manantial de libertad
y vasallaje,
pozo de verdad
e ilusión.
Sólo
cuando beba
de tus aguas,
mi sed será saciada…”

octubre 07, 2006

Mapa y Territorio






Leía en un periódico nacional una entrevista a un economista que era presentado por este medio como “un experto en educación” y un empresario exitoso en software educativo. Dicho personaje decía que los profesores(as) no sabían enseñar y que las instituciones de educación superior no formaban bien a los docentes (que forma de generalizar). Me inquieta que opiniones como estas sean dichas tan livianamente a través de los medios de comunicación, en una sociedad chilena casi totalmente mediatizada, con personas que carecen de elementos de juicios distintos a los “grupos de poder”.

No tengo nada contra los economista, sin embargo, se han convertido en unos “dioses”, sus razonamientos son válidos y sus teorías tienen respuestas para todo el quehacer humano, en desmedro de otras posturas. Creo que esta hegemonía ningún avance traerá.

El entrevistado es categórico en sus afirmaciones, desconozco los argumentos para señalar los juicios, mas dudo que él por un tiempo haya estado haciendo clases en un liceo municipal; dudo que conozca la “realidad presencial” de la juventud chilena actual, a lo más leerá algunos paper que entregan información a sus opiniones.

Yo no creo en los “iluminados de escritorio” porque en la actualidad es muy fácil perderse en los pantanos de datos. Hoy en día el abismo entre teoría y praxis se acrecienta más y más. Es imprescindible que los supuestos vuelvan a nacer de la práctica porque corremos el riesgo de imponer dogmas falsos o silogismos erróneos al entorno. Invito a los “opinólogos” a estar en las salas de clases, conocer nuestra generación de escolares, depender de la administración actual, en fin, ser profesor(a) en el Chile de hoy, y luego, poder corroborar sus experiencias con los paper leídos.

Es una falta de respeto referirse de esa forma con los docentes del país, sé que son miles los que se esfuerzan diariamente por formar a los estudiantes del país y muchos de ellos(as) con sacrificio dan lo mejor de sí diariamente en su labor, en su arte.

Quiero terminar con un relato de A. de Mello del texto El canto del pájaro.


“El explorador había regresado junto a los
suyos, que estaban ansiosos por saberlo
todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía
él expresar con palabras la sensación que
había inundado su corazón cuando contempló
aquellas flores de sobrecogedora belleza
y escuchó los sonidos nocturnos de la selva?
¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón
cuando conducía su canoa por las inciertas
aguas del río?
Y les dijo: . Pero, para orientarles,
les hizo un mapa del Amazonas.
Ellos tomaron el mapa y lo colocaron
en el Ayuntamiento. E hicieron copias de él
para cada uno. Y todo el que tenía una copia
se consideraba un experto en el Amazonas,
pues ¿no conocía acaso cada vuelta y cada
recodo del río, y cuán ancho y profundo era,
y dónde había rápidos y dónde se hallaban
las cascadas?
El explorador se lamentó toda su vida de
haber hecho aquel mapa. Habría sido
preferible no haberlo hecho”




septiembre 10, 2006

Disciplina






Daré un nombre de fantasía a una alumna para intentar asir un fenómeno que se da diariamente en nuestra práctica docente: la indisciplina.

Cynthia se paseaba por la sala de clases con unos anteojos que los colocaba en diferentes compañeros, cada vez que realizaba la acción explotaba en risa; era gracioso para ella. En reiteradas ocasiones le pedí que se sentara, atendiera a la clase y que su comportamiento estaba provocando desorden. Pero ella no obedecía, solo "atinaba" a decir que estaba aburrida y quería “hacer algo entretenido”. Un compañero gritó: “profe, no le haga caso, está drogada”.


Este caso es un tipo de indisciplina que vivimos diariamente, el comportamiento. En otra ocasión me referiré a la mental, pilar fundamental de muchas otras.

Lo acaecido me cuestiona, me interpela ¿cómo puedo enseñar disciplina sin caer en abuso de autoridad? Quizás muchos extrañamos aquellos tiempos en que el profesor(a) era amo y señor, incluso podía usar el castigo como método docente en su práctica diaria y nadie reclamaba. Los tiempos cambian. No es que quiera regresar al castigo físico u otras prácticas no muy dignas, sino que pienso que los entornos del ayer: la familia, las amistades, el barrio, los medios de comunicación masivos, la escuela, etc…facilitaban más la “cultura de la disciplina”.

En la actualidad, parece que la tendencia es no fijar límites, se cree que debemos poner límites a las limitaciones y esa actitud no siempre es sana. Nuestro universo nos enseña que los límites existen y tienen un propósito. La bibliografía china tiene el “I Ching”, que expresa sabiamente el sentido de los límites en el hexagrama Nº 60 “Dsie, La Limitación”. Léelo.

En su vigésima segunda edición el Diccionario R.A.E., en su primera acepción, dice de la palabra disciplina: “f. Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”.

Además, la etimología afirma que la palabra disciplina proviene de discípulo y esta procede del Latín discipulus que es un derivado de discere que significaba para los romanos aprender, conocer.

El discípulo(a) es aquel que aprende bajo la dirección de un maestro o “escuela”. Quizás, sería novedoso considerar en el mundo de hoy como una de las posibles soluciones al problema de la indisciplina escolar; sea tener en las aulas discípulos en vez de estudiantes.

¿ La educación contemporánea facilita la creación de una relación maestro-discípulo entre profesor-alumno? o únicamente ¿servicio-usuario?. Recuerdo a los maestros y sus discípulos que han existido en la historia de la humanidad y los profundos cambios que han producido en el desarrollo del ser humano.

Me pregunto si en mis clases ¿tengo discípulos? o ¿usuarios?



septiembre 06, 2006

Pregunté...








Cuando me di cuenta que gran parte del curso "estaba en otra". Pregunté a una alumna:

-¿Qué te interesa?- para poder relacionar la clase con los intereses de mis alumnos(as).

Respondió que solo la P.S.U. - pensé que limitada en su decisión de aprendizaje, dejando un amplio universo de conocimientos al margen. Sin embargo, también somos responsables como sociedad de dar a la juventud escasas oportunidades de desarrollo; les inculcamos desde pequeños que la "U" es lo único importante y no decimos la verdad, que es imposible que todos puedan ingresar.
Otro me respondió que "sexo, sexo y más sexo"; una que estaba en el centro me dijo que el dinero; el que estaba cerca de una ventana balbuceó "nada". Preferí no continuar con la pregunta. Era obvio que no podía satisfacer gran parte de los intereses de ellos(as).

Me quedé un rato inmóvil observándolos como conversaban entre ellos. Estaba fascinado con ese heterogéneo grupo humano, cada uno un universo; y a la vez solicitado, porque estoy solo frente a 45 individuos y debo atraer su atención para ser escuchado e iniciar la "venta" del producto.

¿Cómo lograr que estos estudiantes, mis alumnos(as), se encanten por el conocimiento? ¿Qué sus intereses no solo sean los de una sociedad consumista? ¿Cómo estimular el anhelo de superarse a sí mismo? A pesar que sus entornos no son óptimos, ya que la droga, la violencia, la prostitución y la marginación son sucesos diarios en sus vidas.

Casi al final de la clase, se acercó una alumna para decirme que ella "aprende" en mis clases y encontraba "interesante" el contenido trabajado en sala. No quiero ser conformista pero esas palabras me recordaron otra experiencia vivida la semana anterior.

Se regaló a todos los alumnos(as) del liceo un librito que contiene libros del Nuevo Testamento y dos o tres del Antigüo. Una alumna me comentaba que consideraba absurdo el hecho de regalar esta selección de libros bíblicos, porque "nadie" estaba interesado o no era creyente o participante de alguna religión. Y decía que habría preferido "otros regalos". Solo le sugerí que leyera Mateo 13, la parábola del sembrador como forma de encontrar una respuesta a su duda.

Desconozco si realizó mi respuesta. No obstante, he visto en estos días a estudiantes con el "librito" en sus manos. Debo reconocer que son pocos... solo algunos.




septiembre 01, 2006

Inicio








Mucho se habla de educación, en mi país estamos en pleno debate por la "calidad de la educación" (por fin, es un tema mediático) e intentamos ponernos de acuerdo en estos temas.
He leído mucho, participo en cursos de perfeccionamientos, tengo varios años de experiencia; no obstante, cada vez encuentro más dificultad para "encantar" a mis alumnos(as) con las actividades que planifico para mis clases. Sé que es otra generación que tiene otras inquietudes, que me miran como "bicho raro" que explica "no sé qué".

Me preocupa ver a mis alumnos(as) sin interés por estudiar la materia que enseño en las clases, contenidos que esta sociedad está evaluando constantemente.

El día de ayer, había una convocatoria a un paro de estudiantes; gran parte del alumnado de mi establecimiento educacional, que es un liceo municipal de una comuna de santiago, asistió a clases. Mientras estábamos en la sala, un grupo de alumnos que estaba en la calle comenzó a apedrear el edificio; rompiendo vidrios y provocando caos en él. Una de las piedras atravesó la ventana y me dio en el cuerpo, no me causó ninguna herida, pero hubo algunos alumnos(as) heridos.

Me pregunto, ese joven que tiró la piedra no pensó qué había personas dentro. Por qué tanta violencia. Es un estudiante que asiste al colegio ¿qué aprende? o dicho de otra manera ¿qué elige aprender?. Me inquienta el tipo de ser humano que esta sociedad y yo estamos formando.

Aunque tengo momentos en que me siento "out", me gusta ser profe. Por eso, quiero aprender más para tener una relación de excelencia con mis alumnos(as).