septiembre 10, 2006

Disciplina






Daré un nombre de fantasía a una alumna para intentar asir un fenómeno que se da diariamente en nuestra práctica docente: la indisciplina.

Cynthia se paseaba por la sala de clases con unos anteojos que los colocaba en diferentes compañeros, cada vez que realizaba la acción explotaba en risa; era gracioso para ella. En reiteradas ocasiones le pedí que se sentara, atendiera a la clase y que su comportamiento estaba provocando desorden. Pero ella no obedecía, solo "atinaba" a decir que estaba aburrida y quería “hacer algo entretenido”. Un compañero gritó: “profe, no le haga caso, está drogada”.


Este caso es un tipo de indisciplina que vivimos diariamente, el comportamiento. En otra ocasión me referiré a la mental, pilar fundamental de muchas otras.

Lo acaecido me cuestiona, me interpela ¿cómo puedo enseñar disciplina sin caer en abuso de autoridad? Quizás muchos extrañamos aquellos tiempos en que el profesor(a) era amo y señor, incluso podía usar el castigo como método docente en su práctica diaria y nadie reclamaba. Los tiempos cambian. No es que quiera regresar al castigo físico u otras prácticas no muy dignas, sino que pienso que los entornos del ayer: la familia, las amistades, el barrio, los medios de comunicación masivos, la escuela, etc…facilitaban más la “cultura de la disciplina”.

En la actualidad, parece que la tendencia es no fijar límites, se cree que debemos poner límites a las limitaciones y esa actitud no siempre es sana. Nuestro universo nos enseña que los límites existen y tienen un propósito. La bibliografía china tiene el “I Ching”, que expresa sabiamente el sentido de los límites en el hexagrama Nº 60 “Dsie, La Limitación”. Léelo.

En su vigésima segunda edición el Diccionario R.A.E., en su primera acepción, dice de la palabra disciplina: “f. Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”.

Además, la etimología afirma que la palabra disciplina proviene de discípulo y esta procede del Latín discipulus que es un derivado de discere que significaba para los romanos aprender, conocer.

El discípulo(a) es aquel que aprende bajo la dirección de un maestro o “escuela”. Quizás, sería novedoso considerar en el mundo de hoy como una de las posibles soluciones al problema de la indisciplina escolar; sea tener en las aulas discípulos en vez de estudiantes.

¿ La educación contemporánea facilita la creación de una relación maestro-discípulo entre profesor-alumno? o únicamente ¿servicio-usuario?. Recuerdo a los maestros y sus discípulos que han existido en la historia de la humanidad y los profundos cambios que han producido en el desarrollo del ser humano.

Me pregunto si en mis clases ¿tengo discípulos? o ¿usuarios?



1 comentario:

Drahcir dijo...

No pretendo ser una fotografía, quiero ser una película. No pretendo ser una palabra, quiero ser una narración. No pretendo ser un color, quiero ser un arco iris...esas experiencias en las aulas universitarias son un "tesoro" que cuando necesito "fuerza" recurro a ellas. Y me emborracho de sed.
Nunca somos lo mismo y siempre podremos ser lo mismo, una paradoja más de mi existencia.