“Un relato de Eduardo Galeano en días tristes de terrorismo de Estado en su país. Silvio Frondizi estaba almorzando con su familia, y había llegado a los postres. Pidió a su hijo que le alargase una manzana, y éste, en broma cariñosa, la tomó y dijo por un instante: < ¡No te la doy!>. En aquel momento llamaron a la puerta. Eran los escuadrones de la muerte que se llevaron al , y ya no volvió a su casa. Lo mataron esa misma tarde.
La familia recobró el cadáver, y lo velaban en casa aquella noche cuando, en un momento de las largas horas, en la soledad oscura del dolor contenido, Eduardo Galeano vio una figura solitaria que se acercaba callada al ataúd. Era el hijo, ya huérfano. Notó que llevaba algo en su mano y adivinó en la sombra la silueta del objeto. Era una manzana. El muchacho avanzó, depositó suavemente la manzana sobre el ataúd y se retiró sin decir nada. Quería que su padre se llevase la manzana que no había podido comer.
Que no se nos vaya nadie de nuestro entorno afectivo sin haberle dado la manzana de nuestro cariño. Que no se nos muera nadie, en la cercanía de la sangre y la amistad, sin que le digamos que le hemos querido en verdad con todo nuestro ser. Que no se nos despida nadie a quien conocemos y queremos antes de que se entere de lo que le queremos y apreciamos, lo que supone para nosotros en nuestra vida y de lo mucho que querríamos hacer por él. La satisfacción de haber mostrado cariño es el verdadero consuelo ante la separación definitiva.
Que nadie se nos vaya sin comer la manzana.”
Carlos G. Vallés
La familia recobró el cadáver, y lo velaban en casa aquella noche cuando, en un momento de las largas horas, en la soledad oscura del dolor contenido, Eduardo Galeano vio una figura solitaria que se acercaba callada al ataúd. Era el hijo, ya huérfano. Notó que llevaba algo en su mano y adivinó en la sombra la silueta del objeto. Era una manzana. El muchacho avanzó, depositó suavemente la manzana sobre el ataúd y se retiró sin decir nada. Quería que su padre se llevase la manzana que no había podido comer.
Que no se nos vaya nadie de nuestro entorno afectivo sin haberle dado la manzana de nuestro cariño. Que no se nos muera nadie, en la cercanía de la sangre y la amistad, sin que le digamos que le hemos querido en verdad con todo nuestro ser. Que no se nos despida nadie a quien conocemos y queremos antes de que se entere de lo que le queremos y apreciamos, lo que supone para nosotros en nuestra vida y de lo mucho que querríamos hacer por él. La satisfacción de haber mostrado cariño es el verdadero consuelo ante la separación definitiva.
Que nadie se nos vaya sin comer la manzana.”
Carlos G. Vallés
2 comentarios:
tienes toda la razón del mundo, que no se nos vaya nadie sin haberle dicho que le amamos. Es una linda historia, también triste, y tus palabras representan lo que siento con respecto a la pérdida de un ser querido. Mi esperanza es poder tener el valor de decirle de frente, a todos mis seres queridos, que los amo; digo tener el valor porque aunque los quiero y los amo, no puedo decirles abiertamente el cariño que les tengo... por qué? no tengo la menor idea, pero se me hace muy difícil expresar mis sentimientos... ojalá encuentre la respuesta entre alguna de tus historias... gracias por hacerme reflexionar al respecto...
Y LA MARIPOSA DIJO.
Estimado anónimo: creo que una de las cosas que tenemos que aprender es "convivir con las emociones", necesitamos aprender a reconocerlas, expresarlas y experimentarlas. Es un proceso que nos hace "más humano" en un mundo divino. Tú tienes lo más importante: el amor y recuerda que San Agustín decía ama y haz lo que quieras.
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