abril 01, 2007

La frustración










Matías, alumno de primer año medio, silbaba mientras se paseaba por la sala de clase, al parecer no escuchaba mis llamados de atención. Era mi primera clase con el curso, todos ellos adolescentes entre 14 y 15 años de edad. Me había preparado para el encuentro. Sabía que la primera impresión marca.

Ese día, Matías era el director del desorden y sus compañeros/as también participaban en este caos. Tuve que esforzarme para ser escuchado, pues tengo una disfonía producto de una laringitis que se inició la semana pasada. Con sorpresa y humor me escucharon mientras ordenaba ese barullo.

Lo que había planificado para la clase, era cambiado por las circunstancias. Acaecían nuevas necesidades y desafíos para esa clase. Tengo que confesar que me sentí frustrado, mis expectativas y propósitos no se habían conseguido. Pensé en todos los acontecimientos que había vivido la frustración como profesor y han sido incontables. Creo que no dramatizo en decir que son diarias en mi labor docente.

Quiero dejar en claro que la vivencia de la frustración, no la vivo con pesar o amargura sino que me estimula a superar los obstáculos, es como si una muralla se cruzara en el camino, no golpeo la cabeza contra ella sino que busco las formas de superarla.

La frustración puede ser una forma de aprendizaje, así como la poda de un árbol es beneficiosa para el agricultor. La frustración en mi labor docente me estimula a ser creativo, flexible y estar siempre vivo en la clase.

Yo también uso la frustración con mis alumnos/as en sus aprendizajes, cuando les propongo tareas o problemas que presentan dificultades y tengo que motivarlos para que puedan lograr la solución; algunos se rinden, otros continúan hasta alcanzar la meta.
Esa mañana, Matías me había frustrado, entendí que no soy omnipotente; yo tenía un propósito y él tenía otro. En cada clase se da el encuentro entre voluntades humanas, no obstante, como profesor tengo la misión de encantar las voluntades de mis estudiantes hacia un aprendizaje educativo. Un enorme y maravilloso desafío.

En ocasiones termino agotado, cansado, rendido y en otras pleno, satisfecho y alegre. Intento que cada día sea nuevo, el pasado es solo eso, cada día tiene su propio afán; yo no soy el mismo de ayer y tampoco mis alumnos/as.

Matías en la clase siguiente se acercó hablar, me pidió disculpa por su comportamiento de la clase anterior. Conversamos un momento, en su mirada pícara vislumbré honestidad. Esta situación me hizo recordar una de las reglas básicas de la PNL (Programación Neurolinguística): “Detrás de cada comportamiento problemático se esconde una buena intención.”




3 comentarios:

Miguel dijo...

Genial el post. Soy Profe de Comunicación y Diseño en Villa Mercedes - San Luis - Argentina y lo que comentas es una realidad que (creo) nos sucede a todos los que abrazamos esta profesión. Saludos cordiales! Miguel Gauna.

Anónimo dijo...

Hola, ¿Qué tal? Muy lindo post. Bueno, hoy fue mi primera práctica docente, en Lengua, y sí, me sentí un poco frustrada. Pero no me siento mal, al contrario, mañana tengo otra práctica y voy a tratar de dar lo mejor de mí. Soy fiel creyente de la frase que dice "de los errores se aprende"

Anónimo dijo...

Hola! Soy profesora de contabilidad hace 21 años! Mi primera clase como docente fué muy rara pero hoy en día estoy contenta de enseñar y que mis alumnos a su vez enseñen