A propósito de la calidad de la educación, producto del debate que se ha producido por los resultados de la PSU, leía los comentarios de una mamá en la sección Carta al Director de un periódico nacional.
En ella se explicitan muchas de las “realidades” de nuestro sistema educacional, que algunos investigadores han precisado muy bien y que afectan el trabajo docente. Ciertos factores son: la privatización de la educación, selección y segmentación del sistema escolar, la precarización y sobrecarga del trabajo docente, la municipalización de la educación, sistemas de medición nacional e internacionales y aplicar principios de gestión empresarial en el ámbito escolar.
Cito algunos párrafos de la carta mencionada:
“(…) Hasta cuándo vamos a permitir que los niños con dificultades de comportamiento sean atosigados con anotaciones, perseguidos por los profesores e inspectores y, además, muchas veces maltratados por sus propios compañeros. (…) Es evidente que es más fácil para los profesores hacer clases en un curso donde no hay niños que interrumpa, que se pare, que se desconcentre, que tenga mal comportamiento. Así comienza la angustia de los padres, que golpean puertas, infructuosamente, en colegios tradicionales, donde ‘no hay cupo’ o ‘no le fue bien en el examen’. Luego no queda más que buscar ‘ayuda’ en colegios de segunda opción, donde reciben a estos niños echados. Donde todos sus compañeros son niños ‘difíciles’, por lo que la educación es evidentemente de menor calidad. (…). Y con propiedad hablo del tema, ya que soy mamá de un niño catalogado de ‘difícil’ (ha sido echado en dos oportunidades por su mal comportamiento). Él es un ser humano maravilloso, lleno de virtudes espectaculares: tremendamente inteligente, cariñoso, alegre, simpático, creativo, entretenido, y absolutamente adorable.”
Esta carta toca puntos importantes de la educación, que pocas veces se explicitan. Uno es el “producto del trabajo docente” (hablando en un lenguaje de mercado, tan de moda en la cultura de hoy).
¿Dónde percibe el profesor(a) el “producto de su trabajo”?... ¿En la ‘felicidad’ de sus alumnos(as) y/o padres? ¿En las mediciones nacionales: PSU, SIMCE? ¿En los porcentajes de aprobación o reprobación anuales? ¿En la oferta y demanda del mercado laboral? ¿En la ‘formación integral’ del educando? ¿En las cifras de matrícula y cobertura? ¿En los logros estandarizados de evaluaciones internacionales?...
Para responder esta pregunta es necesario saber qué se entiende por calidad en la educación y a quién le corresponde definirla. En otras palabras, ¿Qué se quiere producir? y ¿Cuál es el curriculum explícito e implícito?
¿Cuánto poder de decisión tiene el profesor(a) sobre su quehacer educativo?
En las circunstancias actuales, los profesores(as) tenemos casi nulo poder de decisión ,ya que quedamos al final del proceso y ,a veces, parece que somos simplemente operadores de pautas del Ministerio de Educación y Corporaciones Municipales o Privadas. El poder de decisión en las aulas chilenas se distribuye de la siguiente manera, en forma descendente: Ministerio de Educación, Direcciones Provinciales de Educación, Corporaciones Municipales o Privadas, Organismos Consultores y Ejecutores de proyectos Educativos, luego el Establecimiento Educativo (Equipo EGE) y finalmente el profesor(a) (¿Y dónde están los alumno(as) y apoderados?)
El trabajo docente en las salas de clases de la educación municipal se ha multiplicado, se ha enmarañado y, lo más grave, ciertas tareas se han instaurado como algo inherente al quehacer del profesor(a). Algunas son: corrección de evaluaciones y preparación de material fuera del horario de trabajo; el trabajo burocrático-administrativo; las exigencias de responder al curriculum, las mediciones y evaluaciones oficiales; además, se pide soterradamente desempeñar los roles de especialista, orientador, asistente social, tutor, sicólogo, figura paterna o materna, cuidador, etc. Todo lo anterior ha afectado enormemente la salud del profesor(a), hay varios estudios al respecto (por espacio no me refiero ‘in extenso’ a ellos).
Para concluir, reitero las preguntas que considero claves y que urge responder:
1.- ¿Qué se entiende por calidad de la educación?
2.- ¿Quién(es) deberá(n) definirla?
3.- ¿Qué se quiere ‘producir’ en las instituciones educativas?
2 comentarios:
Amigo mío, planteas unas cuestiones difíciles de contestar, porque en realidad ,y como tú dijiste , no depende del profesorado.
Calidad de educación, sería aquella que oferta al alumnado un curriculum amplio , capaz de dar respuesta a las necesidades, capacidades y características de cada uno de los discentes...garantizando una formación integral de los mismos y potenciando actitudes de respeto y solidaridad entre los mismos. Pero esto entraña que en la mayoría de los casos solo quede en un formulismo teórico , porque posteriormente en la práctica no se brinda a los centros ni los recursos humanos ni económicos para llevarlo a la concrección real.
Sobre quién debería definirlo, seria el propio sistema, es decir profesorado con la realidad que esta viviendo y las necesidades que tiene para conseguirlo, comunidad educativa, padres , exponiendo sus espectativas y politicos legislando, osea, deberia ser algo consensuado y no impuesto desde arriba , como ocurre actualmente.
Sobre qué se quiere producir en las instituciones educativas, eso también tiene su aquel, no se en tu país, pero aquí conforme cambia la inclinación política del nuevo gobierno, cambia la ley de educación, cuando aun no ha dado tiempo a aplicar la anterior, cambian los proyectos impuestos en los centros y cambia todo con las elecciones si varia la tendencia política..lo cual es un indicador que cada filosofía social quiere producir un individuo concreto...menos mal que los maestros permanecemos y respetando formalmente la ley, nos da igual la que este y sabemos que queremos producir, personas con estrategias resolutivas ante la vida y sobre todo humanas
besos
Estimamada amiga, no es que quiera complicar las cosas, pero creo que es necesario reflexionar y diálogar sobre nuestro quehacer y comenzar a ser protagonista en una sociedad que discrimina negativamente a los docentes. Creo, al igual que tú, que tenemos una ventaja; pasan directores, ministros, presidentes, gobiernos y nosotros podemos continuar con la vocación de 'alfarero', ser co-creadores para una comunidad más humana.
Gracias por tus comentarios, desde aquí, abrazos y besos.
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