marzo 08, 2009

La Reina


Con un poema de Pablo Neruda deseo rendir un homenaje a la mujer en su día y sus múltiples identidades: mamá, hija, abuela, nieta, esposa, amante, compañera, amiga y muchas otras más… 

¡Mujer, gracias por existir!



La reina

“Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú, más altas.
Hay más puras que tú, más puras.
Hay más bellas que tú, hay más bellas.

Pero tú eres la reina.

Cuando vas por las calles
nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
la alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.

Y cuando asomas
suenan todos los ríos
en mi cuerpo, sacuden
el cielo las campanas,
y un himno llena el mundo.

Sólo tú y yo.
Sólo tú y yo. Amor mío,
lo escuchamos.”  


(Pablo Neruda: Los versos del capitán) 




febrero 01, 2009

El cántaro








“Se trata del YO. Mi cántaro querido y acostumbrado, el recipiente terreno de mi existencia, la conciencia acariciada de mi presencia en el mundo, la concha de mi ser. Lo que YO soy ante mí mismo y ante los que me conocen, mi memoria y mi pasado, mi personalidad y mi carácter, mis recuerdos y mis sueños. Todo lo que soy y me siento y me adivino. Mi propio ser. Mi YO.

Es todo lo que soy, claro, y por eso tiene tanta importancia para mí. Son todos mis ahorros, por así decirlo, y los cuido con esmero y los protejo con celo. Tienen que durarme toda la vida y, espero, toda una eternidad. Son mi única posesión, mi hacienda, mi todo. Soy YO mismo y, por eso, es tan valioso, tan único para mí este molde de mi ser. Es todo lo que tengo. Todo lo que soy. Lo más querido para mí.

Pero también veo que es algo bien limitado. Un trocito mínimo de existencia. Una mota de polvo. Un átomo en la creación. El cántaro, por bien trabajado que esté, es breve y escueto, y abraza sólo una porción reducida de espacio. Y también sé, con intuiciones de fe y proyecciones de esperanza, que ese espacio limitado está llamado a hacerse grande, a unirse con otros espacios en hermandad sentida, a abrirse a la creación entera y al Creador mismo en unidad mística de amor sustancial. El cántaro está llamado a hacerse firmamento. Lo sé y lo deseo.

¿Cómo se hará? Eso es lo difícil. Más que difícil, penoso. Se hará rompiéndose. Es la única manera. La condición del infinito es la ruptura de lo limitado. Quien quiera seguirme ha de negarse a sí mismo. Quien quiera salvar su alma, la perderá. Quien quiera conservar su cántaro se ahogará en él. Para abrirme he de dejar que se rompa. Y eso me duele. Me da miedo. Me causa la sensación de que voy a quedar desnudo, sin nada donde asirme. Sé que ése es el salto que me llevará a la vida. Pero me aterra la soledad del vacío. ¿Qué será de mí sin mi cántaro? Y ahora oigo un eco revelador de mi pregunta inquieta: ¿Y qué será de mí si me aferro a mi cántaro? No quiero quedarme enano. Más me vale confiar y saltar. Es el precio de la inmensidad.

Es egoísmo, es apego, es miedo. Es el YO que se niega a bajar del trono, a dejar las riendas, a abandonar el centro del círculo. Lo ha sido todo siempre y teme que sin él nada va a funcionar. No le faltan argumentos, datos, persuasiones. Le sobre razón. Pero en el fondo sabe que él mismo sobra y que su retirada humilde es el comienzo de la verdadera salvación. Es preciso que Él crezca y que YO disminuya. Que Él sea todo en mí y que YO me retire para dejarle sitio. Que YO rompa mi cántaro para que me llene su infinitud. Lo sé con la sabiduría de Oriente y Occidente que coinciden en señalar al YO como el obstáculo definitivo para la liberación final. Pido el coraje para dar el paso.

Cántaro querido, déjame que te rompa con cariño. Créeme, por favor: es lo mejor que nos puede pasar.

Cuando el cántaro se rompe
su espacio se hace infinito
.”


Carlos G. Vallés

diciembre 28, 2008

Enfermedad de los sentimientos II.








¿Qué sucede en las aulas de las escuelas gestionadas con criterios deshumanizantes? ¿Qué sucede cuándo una hipótesis o una postura se transforma en una religión fundamentalista? ¿Qué sucede cuando no nos re-conocemos a nosotros mismos?


Las aulas no son identidades aisladas del entorno, sino que por el contrario, reflejan con gran nitidez lo que acontece en la cultura: su acierto y error, su sabiduría e ignorancia, su bondad y maldad, su identidad y enajenación. Por eso, no es insólito actualmente descubrir en ellas el mal que carcome al sujeto y el entorno contemporáneo: la enfermedad de los sentimientos.

Es evidente ver en algunas aulas el fenómeno de “anestesia de los sentimientos”, no sólo inducido por el consumo de alcohol o drogas, sino también por “teoría fundamentalistas” que no aceptan otras visiones. Este fenómeno explica algunos conflictos que se presentan en la escuela, la familia, el entorno y en los propios actores del sistema educativo.

¿Cuáles son los efectos de la enfermedad de los sentimientos?

Cada día es más innegable lo significativo de las emociones en el aprendizaje, ya en la década del 90 Daniel Goleman nos impactaba con su relato: “La inteligencia Emocional”. Por lo tanto, el mayor daño de la enfermedad de los sentimientos no es la pérdida del pensamiento, sino más bien, la decadencia de la vida emocional y las consecuencias nefastas en la existencia del ser humano. El Dr. Raúl Schilkrut y Maite Armendáriz (2004) mencionan seis etapas del deterioro emocional ocasionado por la adicción química:

1.- Oscilación eufórica con la ingesta: impulsividad y desinhibición.

2.- Anestesia emocional.

3.- Sentimientos negativos: vergüenza, ansiedad, culpa y remordimientos.

4.- Deterioro de autoestima y autoimagen.

5.- Sistema alienante: negación, proyección y alejamiento de la realidad.

6.- Síndromes psicopatológicos: depresión, estados paranoideo e ideas, impulsos o conductas suicidas.



Entonces… ¿Qué es emoción?

Hasta ahora no existe consenso acerca de lo que es una emoción. Unos afirman que es una experiencia personal de placer o dolor. Otros la consideran como una respuesta a eventos que son importantes para las personas. Otros creen que es una disposición a la acción. También la imaginan como estructuras de significados en un evento que afecta a una persona. No obstante lo dicho, utilizaré el concepto de emoción que aporta el Dr. Juan Casassus en: “La educación del ser emocional” (2007), dice: “…las emociones son una energía vital. Esta es un tipo de energía que une los acontecimientos externos con los acontecimientos internos. Por esta cualidad de ligar lo externo con lo interno las emociones están en el centro de la experiencia humana interna y social. Son un modo de relación entre lo interno y lo externo, de internalización y externalización unidos por una energía que es una disposición a actuar.”

¿Por qué lidiar contra la enfermedad?

No pretendo ahora suministrar las innumerables evidencias entre emoción y aprendizaje, entre emoción y desarrollo humano. Exclusivamente señalaré un aspecto: las funciones de los sentimientos en la existencia humana, ellas tienen una importancia vital en la construcción de nuestra “brújula existencial”; los especialistas mencionan cuatro básicas:

a) Vínculo, compromiso y comunicación con el otro.

b) Autoestima – Autoimagen: maduración de la personalidad.

c) Orientación de la realidad: motivación y compromiso.

d) Valores morales y conductas éticas.

¿Qué sucede cuando estamos “enviciados” con la enfermedad de los sentimientos?





septiembre 28, 2008

Enfermedad de los Sentimientos






La experiencia de mi compañera con estudiantes adictos a alcohol y drogas, me hizo reflexionar sobre este flagelo e indagar en respuestas que aporten luz. En este momento, inicio con más dudas que certezas:

¿El docente o la institución educativa están preparados para enfrentar este fenómeno? ¿Cuánto del quehacer pedagógico con estos estudiantes se basa en prejuicios o investigaciones científicas? ¿El sistema educativo debe involucrarse en la rehabilitación o prevención o en ambos actos? ¿Qué consecuencias tiene la adicción a sustancias químicas en la comunidad escolar y familiar? ¿Cómo es el síndrome emocional de la adicción de alcohol y drogas?

Aunque el consumo de sustancias químicas para modificar el estado de ánimo o la percepción de la realidad se ha utilizado en casi todas las culturas. En el último tiempo la oferta y demanda del consumo de alcohol y drogas ha aumentado exponencialmente.

Un rasgo evidente de esta estación es la facilidad de crear entornos corruptos que denigran la esencia del ser y atentan contra la vida humana, sana y feliz. Incluso se ha ocultado de la cotidianeidad, tradicionales arquetipos para introducir otros que responden más a una comunidad consumista e inhumana.

El consumo de alcohol y drogas es una epidemia nefasta de nuestra civilización que no distingue edad, cultura, nivel socioeconómico ni actividad. No obstante, los niños y jóvenes han sido más vulnerables a la influencia putrefacta del consumo de sustancias que aniquilan. Según información de autoridades, el consumo de alcohol y drogas se inicia cada vez más a temprana edad, alrededor de los 11 a 12 años. Por eso, no es extraño que en las aulas existan estudiantes con adicción a sustancias químicas.

Es indudable que el alcohol, la marihuana, la cocaína, algunos medicamentos y otras drogas sintéticas dañan profundamente la esencia del ser humano. Entonces uno se pregunta ¿por qué ocurre?

Entre los innumerables autores que responden la pregunta, quiero mencionar la de Raúl Schilkrut y Maite Armendáriz que hablan de “enfermedad de los sentimientos”, pues me parece una metáfora muy significativa de la condición humana y muy reveladora del ‘estilo’ de existencia actual.

Y para explicar la adicción de alcohol y drogas señalan tres factores que posibilitan esta enfermedad:


1.- Factores de personalidad:

* Predisposición genética.

* Autoimagen alienada.

* Intolerancia a la frustración.

* Desinhibición e impulsividad.

* Debilidad emocional.

2.- Factores familiares:

* Carencias afectivas.

* Autoridad excesivamente permisiva o autoritaria.

* Experiencias traumáticas (muertes, pobreza, otros).

3.- Factores ambientales:

* Fácil acceso al consumo de drogas.

* Consumo de alcohol y drogas en el entorno.

* Presión del grupo de pares.





septiembre 07, 2008

Vulnerabilidad


Nunca antes había percibido tanto dolor, tanta frustración en una compañera de trabajo. Observé que venía cabizbaja, acongojada, angustiada. Me miró con suplica e irritación. No era el momento para hablar con ella, no era el instante para cuestionar o reflexionar. Me di cuenta que sólo necesitaba ser acompañada, escuchada y comprendida.

Jazmín, profesora de lengua inglesa, había tenido un conflicto en la clase.


“En la universidad no me prepararon para esta experiencia, jamás me dijeron que en las aulas tendría adolescentes alcohólicos y drogadictos. Me siento sin fuerzas para continuar, estoy destrozada. Cada vez que voy a la sala de este curso, siento malestares físicos y angustia… pues no sé con qué sorpresa me encontraré.

Estos estudiantes son desafiantes, insensibles e irrespetuosos cuando te declaran: ‘Enséñame si es que puedes’, y peor aún cuando exteriorizan: ‘A ver si logras que aprenda cuando yo no quiero aprender.’ Ya no tengo recursos para motivarlos, si lo único que quieren es vivir en su egocéntrico mundo, en su narcisista existencia. No escuchan a nadie, ni siquiera a ellos mismos. En ocasiones siento ganas de gritarles, zamarrearlos para que despierten y vuelvan a la realidad.

Siento que no tengo apoyo de nadie, ni los padres ni las autoridades se apropian de sus responsabilidades. Este sistema cada vez divulga más derechos y menos deberes para los jóvenes, si hay algunos que se creen con el derecho de mantenerse ignorante y que las clases deben ser light y sin exigencias de ninguna índole…”



Es evidente que la profesora está “dañada”, no quiero explicarla o que alguien eluda su responsabilidad; no obstante, de vez en cuando, la crítica se centra exclusivamente en el profesor como único responsable de la decadencia del sistema escolar sin valorar otras variables pertinentes. Además, debemos reconocer que es más habitual encontrarse en las aulas con estudiantes consumidores de alcohol y drogas. Ni los profesores ni las escuelas están preparados para interactuar con individuos que están evidenciando un deterioro progresivo de sus facultades humanas. Los modelos de aprendizajes educativos no consideran este destinatario.

Esta experiencia me hizo reflexionar sobre el flagelo del consumo de alcohol y drogas en los niños y adolescentes de nuestra cultura.