diciembre 28, 2008

Enfermedad de los sentimientos II.








¿Qué sucede en las aulas de las escuelas gestionadas con criterios deshumanizantes? ¿Qué sucede cuándo una hipótesis o una postura se transforma en una religión fundamentalista? ¿Qué sucede cuando no nos re-conocemos a nosotros mismos?


Las aulas no son identidades aisladas del entorno, sino que por el contrario, reflejan con gran nitidez lo que acontece en la cultura: su acierto y error, su sabiduría e ignorancia, su bondad y maldad, su identidad y enajenación. Por eso, no es insólito actualmente descubrir en ellas el mal que carcome al sujeto y el entorno contemporáneo: la enfermedad de los sentimientos.

Es evidente ver en algunas aulas el fenómeno de “anestesia de los sentimientos”, no sólo inducido por el consumo de alcohol o drogas, sino también por “teoría fundamentalistas” que no aceptan otras visiones. Este fenómeno explica algunos conflictos que se presentan en la escuela, la familia, el entorno y en los propios actores del sistema educativo.

¿Cuáles son los efectos de la enfermedad de los sentimientos?

Cada día es más innegable lo significativo de las emociones en el aprendizaje, ya en la década del 90 Daniel Goleman nos impactaba con su relato: “La inteligencia Emocional”. Por lo tanto, el mayor daño de la enfermedad de los sentimientos no es la pérdida del pensamiento, sino más bien, la decadencia de la vida emocional y las consecuencias nefastas en la existencia del ser humano. El Dr. Raúl Schilkrut y Maite Armendáriz (2004) mencionan seis etapas del deterioro emocional ocasionado por la adicción química:

1.- Oscilación eufórica con la ingesta: impulsividad y desinhibición.

2.- Anestesia emocional.

3.- Sentimientos negativos: vergüenza, ansiedad, culpa y remordimientos.

4.- Deterioro de autoestima y autoimagen.

5.- Sistema alienante: negación, proyección y alejamiento de la realidad.

6.- Síndromes psicopatológicos: depresión, estados paranoideo e ideas, impulsos o conductas suicidas.



Entonces… ¿Qué es emoción?

Hasta ahora no existe consenso acerca de lo que es una emoción. Unos afirman que es una experiencia personal de placer o dolor. Otros la consideran como una respuesta a eventos que son importantes para las personas. Otros creen que es una disposición a la acción. También la imaginan como estructuras de significados en un evento que afecta a una persona. No obstante lo dicho, utilizaré el concepto de emoción que aporta el Dr. Juan Casassus en: “La educación del ser emocional” (2007), dice: “…las emociones son una energía vital. Esta es un tipo de energía que une los acontecimientos externos con los acontecimientos internos. Por esta cualidad de ligar lo externo con lo interno las emociones están en el centro de la experiencia humana interna y social. Son un modo de relación entre lo interno y lo externo, de internalización y externalización unidos por una energía que es una disposición a actuar.”

¿Por qué lidiar contra la enfermedad?

No pretendo ahora suministrar las innumerables evidencias entre emoción y aprendizaje, entre emoción y desarrollo humano. Exclusivamente señalaré un aspecto: las funciones de los sentimientos en la existencia humana, ellas tienen una importancia vital en la construcción de nuestra “brújula existencial”; los especialistas mencionan cuatro básicas:

a) Vínculo, compromiso y comunicación con el otro.

b) Autoestima – Autoimagen: maduración de la personalidad.

c) Orientación de la realidad: motivación y compromiso.

d) Valores morales y conductas éticas.

¿Qué sucede cuando estamos “enviciados” con la enfermedad de los sentimientos?





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