Termina el año escolar y es hora de comentar hechos que están ocurriendo:
En lo inmediato, es el gran número de profesores(as) despedidos(as) de la Corporación Municipal de Educación y todo el drama que conlleva la cesantía. Quien administra debe saber que su decisión afectará a miles de personas. Una vez más, sólo el interés comercial es el que prima, no razones académicas. Hay bajas en la matrículas y, por ende, exceso de educadores (¿?). La Corporación Municipal necesita cuadrar los ingresos y egresos, y por supuesto, el “hilo se corta por lo más delgado”; no creo que se disminuya el gran aparato administrativo que tiene o deje de utilizar el aire acondicionado que usa todos los días del año en sus oficinas. Por eso, “los peones de la educación” deben asumir los costos. La administración sólo esta preocupada del “$”, como un(a) alumno(a) equivale a tanta cantidad de dinero, los cursos deben estar con 45 estudiantes y si algún resquicio legal lo permite aumentamos la cantidad, lo importante es que estén completos no interesa que a veces la sala de clases parezca un tarro de sardinas. ¿Apoyo pedagógico?... El profesor(a) tiene que ser creativo, proactivo, motivador, líder, etc. Y pobre de él (ella) si aumentan los embarazos adolescentes, el consumo de drogas, la rebeldía juvenil, los bajos estándares de rendimiento, la delincuencia social, el SIDA, los accidentes de tránsito, etc. Somos los únicos responsables ante este “mercado”. Sé que mi discurso no logrará nada, no obstante, más que continuar con letanías, tengo un desafío por realizar: mi labor con excelencia y como primer parámetro fijo mi propia conciencia y no los criterios de este “sistema mercantil”.
Una vez más, frente a esta realidad necesito recurrir a algún pozo para beber de sus aguas, con el fin de continuar la travesía de la mejor manera posible; así encontré este maravilloso texto Sufi, que comparto contigo.
“El sufi Bayazid dice acerca de sí mismo:
De joven yo era un revolucionario y mi
oración consistía en decir a Dios: ‘Señor,
dame fuerzas para cambiar el mundo’.
A medida que fui haciéndome adulto y
caí en la cuenta de que me había pasado
media vida sin haber logrado cambiar a
una sola alma, transformé mi oración y
comencé a decir: ‘Señor, dame la gracia
de transformar a cuantos entran en
contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi
familia y a mis amigos. Con eso
me doy por satisfecho’.
Ahora, que soy un viejo y tengo los días
contados, he empezado a comprender lo
estúpido que yo he sido. Mi única oración
es la siguiente: ‘Señor, dame la gracia de
cambiarme a mí mismo’. Si yo hubiera orado
de este modo desde el principio,
no habría malgastado mi vida”
oración consistía en decir a Dios: ‘Señor,
dame fuerzas para cambiar el mundo’.
A medida que fui haciéndome adulto y
caí en la cuenta de que me había pasado
media vida sin haber logrado cambiar a
una sola alma, transformé mi oración y
comencé a decir: ‘Señor, dame la gracia
de transformar a cuantos entran en
contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi
familia y a mis amigos. Con eso
me doy por satisfecho’.
Ahora, que soy un viejo y tengo los días
contados, he empezado a comprender lo
estúpido que yo he sido. Mi única oración
es la siguiente: ‘Señor, dame la gracia de
cambiarme a mí mismo’. Si yo hubiera orado
de este modo desde el principio,
no habría malgastado mi vida”