junio 01, 2008

¡ No quiero aprender !








En un mundo globalizado por la información y con predominio de la tecnocracia sobre otras disciplinas humanas, asumimos que un hardware o software podrá pensar o sentir o actuar por nosotros mismos; así es habitual encontrar una resistencia al aprendizaje. Lo “des-conocido” en el ser humano puede general atracción o huida. En ocasiones mostramos una verdadera “fobia” por el aprendizaje.

Cuando nos enfrentamos a una situación de aprendizaje se desencadena una batalla dentro de nosotros, en nuestro cerebro. El paleoencéfalo se resiste al cambio; prefiere continuar con sus rutinas, la territorialidad, adicciones, rituales, tabúes. En cambio, el telencéfalo asume que el aprendizaje es un desafío, que lo moviliza a la generación o resolución de problemas, análisis y síntesis de información, al uso del razonamiento analógico, del pensamiento crítico y creativo; todos estos actos asimilan “el cambio” y nos llevan a potenciar la capacidad de aprender, es decir, aquel acto de trascender el impulso primario de supervivencia: huir o luchar.

Hay varios mecanismos que utilizamos para rechazar el aprendizaje, no obstante, como profesor quiero señalar las estrategias de resistencia al aprendizaje que he detectado en mis estudiantes, enumero algunas:

• La falta de atención: me “des-conecto” de la clase a través de la imaginación o algún aparato tecnológico. El cerebro tiene la capacidad de “desconexión” frente a una realidad poco placentera o amenazante (como puede ser el aprendizaje).
• La incapacidad: más de una vez, he escuchado la expresión: “No soy capaz”. Esta actitud de imposibilidad ante una situación de desafío y de progreso, no es más que una forma de proyectar nuestras capacidades y responsabilidades en un “otro” o “algo ajeno”, nos negamos a nosotros mismos.
• El aislamiento físico y/o psicológico: tomamos una actitud de pseudo “autismo”, nos replegamos sobre nosotros mismos en búsqueda de seguridad, pues “lo nuevo” nos causa miedo.
• La agresividad: entre huir o luchar decidimos atacar al “agente” que nos intimida con un acto de evolución: la insolencia, la descalificación y la agresión física o verbal en el aula más de alguna vez ha tenido este origen.
• La rutina: aparentemente estamos realizando las actividades de aprendizajes, sin embargo, es un acto sin sentido, sin razón; estamos con “piloto automático” para evitar el compromiso de aprender.

Lo preocupante es que estas tácticas se pueden solidificar en nosotros y resultar un obstáculo muy difícil de superar. En ciertas circunstancias contemporáneas, aflora fácilmente la resistencia al aprendizaje y aunque suene irónico decirlo: hoy en día el aprendizaje en las aulas es arduo.

En otras ocasiones he expresado que la educación no puede ser un simple acondicionamiento de instrucciones para rendir “Pruebas Estandarizadas” o fábrica de “materia prima” para la economía de mercado, tenemos la urgencia de rescatar una educación que nos permita, en un primer estadio, re-vivir el principio trascendental: “Conócete a ti mismo”.

No es bueno solo quedarse en el problema, tenemos que proponer soluciones. La ciencia, especialmente la Física, nos habla del fenómeno de la “inercia” y se define como la incapacidad de un “cuerpo” para modificar su estado de reposo o de movimiento sin la intervención de alguna fuerza. De este principio surge un antídoto o “fuerza” para este mal que asecha a la humanidad (la resistencia al aprendizaje): la VOLUNTAD. Cuando formamos la voluntad en nosotros mismos, ya sea como docente o ciudadano y en nuestros estudiantes, despertará la VOCACIÓN y, sólo así, podremos comprender las “otras voluntades” que habitan en nuestro planeta y sabremos llamar a practicar la voluntad humana (en primer instante) para luego trascenderla.

Pienso que muchas de las soluciones a los problemas que existen en el día de hoy están escritas en nuestros “genes”. Una de esas herencias de nuestros antepasados es el Tarot, y especialmente, en una carta encuentro la actitud que personifica fielmente el aprendizaje humano, es: el arcano Nº 22 o Nº 0, el “Loco” o el “Tonto”. Paradójicamente Él nos indica la actitud que necesitamos para lograr el aprendizaje vital que requerimos. El Loco pertenece a la condición del espíritu puro, libre de toda contradicción, sin apegos, trasciende los impulsos, cuya premisa es el silencio y con valentía su oriente se dirige hacia el “santuario recóndito”.




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